lunes, 7 de septiembre de 2009

Entre 1960 y 1964, Alejandra Pizarnik vivió en el París de las maravillas, un meridiano para su educación literaria, donde escribió poemas, diarios y larguísimas cartas a familiares y amigos. Allí conoció a Octavio Paz, al escritor surrealista André Pierre de Mandiargues, a Julio Cortázar y Aurora Bernárdez, por entonces su mujer, figuras centrales para su madurez poética y con quienes mantuvo amistades entrañables.
Por primera y única vez en su vida, además, trabajó en una oficina, como mecanógrafa de la revista "Cuadernos para la libertad de la cultural", la revista latinoamericana, dirigida por el colombiano Germán Arciniegas y un hito de las luchas culturales de la guerra fría. Reproduzco aquí papeles inéditos personales fechados en 1963: fragmentos de los Diarios, tercer tomo de la obra completa de Pizarnik, cuya publicación está en suspenso.

En mis recortes.
Clarín. Setiembre 14 de 2002.



DIARIOS

1963

3 de enero - jueves.

En verdad, nadie escribió nunca más de tres o cuatro -diez a lo sumo, poemas perfectamente bellos e "importantes". De Quevedo a Reverdy y de Chrétien de Troyes a mí -que a pesar de mi juventud ya hice uno.


Un apuro. Una urgencia. Para ir adónde [sic].
Ya no recuerdo a quién amo,
no recuerdo si amé alguna vez. Sólo una
sed, una avidez de tener un
instante mío, un instante de encuentro
cierto con algo, con alguien.
En verdad, nada me importa ya, nada me
importa más. Podría orinar en la calle.
Podría cantar a los gritos, podría exponerme
desnuda en un pedestal. He perdido
el respeto definitivamente.
Sólo queda una extraña piedad, por mí
y por todos. Sensaciones de éxodo.
Seguridad de estar sobreviviéndome.
No me importa. Miro las caras por la calle y
me sube la risa. Sólo me pongo muy seria
cuando pasan niños -particularmente
si tienen ojos claros-. Lo que me
acecha desde que me recuerdo es la
abstracción. Me penetró y me invadió.
Todo lo que siento aparece con mayúscula.
Se agotaron los hechos y los actos.
En mí se habla en infinitivo.


4 de enero -viernes.

"Les ardoises du toit" - Exceso de constatación.
Aquí comienza a fallarle el duende a R**.


Pero yo sé lo que necesito. Esto es lo
trágico. Siempre lo encuentro por
la mitad, correspondiendo a mi deseo la
parte ausente y disgustándome la
que se ofrece.



Alejandra Pizarnik.

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